lunes, 8 de junio de 2009

Futuro

Esa tarde de domingo, las papitas y la cerveza me parecían más crujientes y frescas que nunca. No sabía si era la nube violeta lo que me lo sugería, pero no me hubiese sentido como en la tierra, si una duende llamada café no me hubiese dicho que todo estaba igual que siempre. El silencio anunciaba brutalmente que algo sucedería, y aunque todos me lo negaban, yo sabía que era así.

Me levanté y dejé una propina a la duende, creo que tal vez fue demasiada plata, pero algo en mí, no sé que, creía que ya no la necesitaría. Camine un par de cuadras y levante el brazo para parar el 143, pero otro duende me hizo señal para que lo bajara, y señaló frente. Me tomo la mano y arrastró hacia el subterráneo. Nos escabullimos sin pagar hasta la parte de adelante, en el vagón solo había un hombre, que miró mi frente y asintió con su cabeza. Di unas vueltas alrededor para terminar de completar esto, había duendes en la cuidad y nadie lo notaba, estaba en el subte guiado por uno de estos. Y detrás de mi había un tipo que manejaba como loco un volante, esos de juguete para los nenes chiquitos, y sin embargo se veía mas sabio que yo.

El subterráneo se detuvo de pronto, y las puertas se abrieron dejando entrar la luz, estábamos saliendo de un subterráneo, hacia un descampado. Nunca había llegado al final de un recorrido pero no creía que fuese muy normal que el subte no este debajo de la tierra. El duende, el tipo y yo comenzamos a caminar hacia una zona donde todo era naranja, con un aire enviciado y un alambre a la mitad del camino. El tipo y yo lo saltamos, pero el duende se quedó atrás. Me acerque a ver que le pasaba, pero el solo me dio un abrazo que te puede quebrar, de esos que suelen darte tus tías lejanas por que saben que no van a verte en mucho tiempo. Fue ahí donde descubrí que no solo esto era raro, si no que había algo mal.

El tipo me guió hasta donde el descampado se hacía violeta, ahí fue a donde vi aproximadamente diez parejas más que llegaban de todas direcciones. Estas eran como el tipo y yo: uno sabio y el otro algo abochornado. Algunos eran hombres y otros mujeres, lo único que se podía distinguir en común de todos estos, es que los sabios señalaban las frentes de uno y de otros, y asentían con sus cabezas.

Había muchos globos aerostáticos en el centro, donde el piso no era violeta si no azul. Los sabios revisaban unos papeles pegados a estos y subían con su pareja, para luego despegar. El tipo reviso el papel del globo azul y descubrí que tenía mi nombre en el, y algunas coordenadas. Y allí fue donde nos subimos a lo que sería para la humanidad un nuevo destino.

Ese viaje en globo, fue uno de los más maravillosos y tristes que hice en mi vida. El tipo, mi sabio, me explico que se iban a derretir todo los glaciares y que ya no habría más tierra en nuestro planeta. Que se había seleccionado gente, para habitar otro lugar. Así que mientras yo, uno de los elegidos, me dirigía hacia la nueva civilización, veía tristemente como el Perito Moreno corría por Buenos Aires ahogando todo lo que alguna vez formo mi vida. Pero, el sabio me dijo, que eso ya no importaba, y que tampoco importaba mi nombre, que ahora yo no era yo, y que tenía que dejar ir a mi yo pasado, para darle frutos a mi yo futuro. Pero mi yo presente no podía evitar sentirse algo triste, aunque cuando llegamos a la plataforma el nuevo aire me hizo olvidarlo todo. Debíamos ser cien personas de cada continente, cada una acompañada por su sabio.

Y ahí fue cuando todo comenzó, cuando, aunque a Blas (mi sabio), no le guste que se lo recuerde, volvimos al pasado, al estado natural, y formamos el nuevo mundo. Aquí las cosas son un poco distintas de cómo fueron antes, los olores son más precisos, los sentimientos no se ocultan, por que emanan dulces colores, y el aire pica, de una manera tan suave que crees que te acaricia con cada paso que da.

Acá no hay escuelas, los sabios y los hijos de los sabios, educan a los elegidos, y a los hijos de estos. Acá no hay peleas por pertenencias. En realidad acá no hay peleas por nada. A decir verdad acá las cosas están algo mejor que en el mundo de antes (como lo llaman a la civilización pasada los sabios), pero sobre todo acá, dormimos bajo las sombras de los olmos para despertar más sutiles y perspicaces por la mañana, lo cual es mucho más importante que todo lo anterior.

1 comentario:

  1. Ya lo tenemos todo preparado y en orden para que el mundo no se nos ponga en contra.
    Y nos vamos a tomar esas patatitas y esa cervecita tan ricas en plena canícula.
    Lo que no me convence es lo del sabio. No me acabo de fiar.
    Nos vamos tu y yo solas a refrescarnos debajo de los olmos.
    Te estaré esperando.

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